martes, 13 de mayo de 2008

Un mendigo alemán perece al caer al mar en Corcubión


Un vagabundo alemán, Anton Johan Wechsler, que residía en Cee desde hace casi cinco años, pereció ayer en Corcubión tras caer al mar mientras pescaba. El hombre había acudido con la caña y sus inseparables perros a la zona del cabo de A Nasa, un saliente de la parroquia de Redonda de imponentes acantilados y furnas. Por motivos que se desconocen, tal vez un tropiezo o un resbalón, se precipitó al vacío y cayó al agua, entre las tres y las cinco de la tarde. Unos amigos dieron aviso a los servicios de emergencia y en seguida se montó un amplio dispositivo de búsqueda, en el que participaron los bomberos de Cee, Protección Civil de Corcubión, Guardia Civil, Seprona y el helicóptero Helimer Galicia . Este llegó al lugar justo en el instante en el que los bomberos, que descendieron por las rocas, aprovecharon que la resaca del mar llevó el cadáver a la superficie para atraparlo con un gancho, en una certera operación.
A continuación, fue trasladado en un vehículo de Protección Civil de Corcubión hasta el muelle de la localidad, donde al cierre de esta edición aguardaba la llegada del forense y la orden del juez para ser trasladado, en su caso, a Santiago.
Sus perros fueron recogidos por las personas que estaban con él en ese momento, según relataron testigos de los hechos. Anton Johan, así identificado por la Policía Local de Cee (aunque en los últimos tiempos, según personas próximas a él, se decía llamar Ernst), no tenía casa. Dormía en el bajo de una obra de Cee. Los vecinos solían verlo mendigando a la puerta de un supermercado o la iglesia.
Pescador, amante de los perros y con un carácter complicado
Anton Johan llegó a la zona a mediados del 2003, acompañado de dos perros husky. Desde entonces, siempre se le ha visto con canes. Y, muchas veces, pescando. Precisamente en una de esas ocasiones, en septiembre del 2005, en Brens, mientras pescaba calamares, tuvo un incidente con una vecina, a la que agredió, razón por la que acabó siendo detenido. Quienes tuvieron trato con él destacan que era de carácter complicado.

El programa Sin Techo ayudó a más de cien personas en el 2007


Cruz Roja desarrolla, el año pasado lo hizo con una docena de voluntarios, la operación Sin Techo . El objetivo es el de ayudar a que las personas que viven en la calle, y aquellos que subsisten bajo techo, pero con recursos limitados, puedan acceder a las ayudas municipales y de las distintas entidades que trabajan con colectivos desfavorecidos.
Las salidas mensuales de los meses de verano dan paso, con la llega del frío, que el pasado año coincidió con la cercanía de las fechas navideñas, a salidas semanales en las que, por grupos, los voluntarios de Cruz Roja se acercan a quienes duermen en la calle para ofrecerles una bebida caliente. No es más que la excusa para entablar con ellos conversación e informarlos de que pueden pernoctar en el Hogar del Transeúnte. Con este fin recorren el casco histórico, los cajeros automáticos del centro, donde suelen dormir algunos indigentes, y las estaciones de bus y ferrocarril.
Explican desde Cruz Roja que no suelen recibir llamadas de los vecinos alertándolos de este tipo de situaciones, pero que muchas veces son los propios vecinos los primeros en ser solidarios, ofreciendo comida y ropa a quien duerme en la calle. Hay personas que, a pesar de lo duro de su situación, la prefieren antes que dormir en el albergue municipal, donde deben convivir con otra gente. En estos casos, los voluntarios intenta poner todos los medios a su alcance (servicios sociales, Cáritas o Comité Anti-Sida) para mejorar su situación y hacerles compañía.
Más de cien usuarios
Desde Cruz Roja se habla de más de cien personas atendidas el año pasado en el programa Sin techo . De ellas, el cuarenta por ciento eran indigentes; es decir, personas que carecían totalmente de medios de vida básicos o con ingresos por debajo de los doscientos euros. La mayor parte de los usuarios, el setenta por ciento, tenía un hogar, pero disponían de ingresos muy bajos y vivían al límite. En estos casoso, la propia persona acude a Cruz Roja a solicitar ayuda. La oenegé les ayuda a encontrar empleo y los tutela y apoya en esta tarea. Además, se les facilita toda la información relativa a Servicios Sociais, comedor social o Cáritas, ya que muchos necesitan de ayudas complementarias para poder subsistir. Es la otra cara de la pobreza, la que menos se ve y la que más abunda. En todos los casos, la media de edad de los usuarios de este programa fue el año pasado de entre veinte y cuarenta años.
Más voluntarios
Cruz Roja se nutre del voluntariado y aunque es de las organizaciones más afortunadas en este sentido, también es cierto que hay épocas en las que se queda bajo mínimos todos los años, como es el caso de las fechas navideñas o la época de exámenes universitarios al reducirse el número de voluntarios que en esos días no pueden trabajar.

Vecinos sufragan el realojo de 4 sin techo ante la falta de ayudas oficiales

Cuatro "sin techo" se han convertido en turistas accidentales en un hostal del Casco Vello, a donde han ido llegando desde hace un mes, al ritmo que la policía los ha desalojado de las casas en ruinas en donde habitaban. Hay más en otros puntos de la ciudad, pero todos tienen en común que han sido realojados gracias a la solidaridad privada. Están viviendo bajo techo sólo con financiación de personas anónimas, de las que ni conocen el nombre. La falta de ayudas oficiales o de camas públicas ha desatado la solidaridad privada. La declaración de ruinas de muchas viviendas en los últimos meses propició que la policía notificase de la orden de desalojo a los habitantes de infraviviendas, que se quedaron en la calle. Son personas con bajos recursos económicos -algunos cobran pagas inferiores a cuatrocientos euros- y con diversas problemáticas sociales.
El último desalojo se producía este fin de semana en una casa de la calle Real, donde varias personas fueron obligadas a marcharse de madrugada. "Aunque legalmente está justificado, desde el punto de vista humanitario, pedimos su realojo", asegura en representación del grupo "El Imán" Antón Bouzas. "Imaginamos que han sido expulsados siguiendo las instrucciones de un juez", soslaya, "pero algunos son muy jóvenes y otros mayores y están inseguros en la calle". El colectivo que representa pide para ellos un sistema de realojo inmediato por parte de la institución municipal. Aún así, entienden que la medida se toma para preservar la seguridad de las personas que habitan en edificios casi derruidos -cerca de un centenar- y a los de las viviendas próximas. Estos hechos constituyen, según recuerda Bouzas, una discriminación con respecto a otros colectivos como los gitanos: "Se da por sentado que a ellos se les realoja, pero a estos no".
El presidente de la Asociación vecinal Casco Vello, Henrique Macías, confirma que últimamente son frecuentes notificaciones de desalojo y tapiados de puertas y ventanas de viviendas. Esta medida afecta a inquilinos que pagan una pequeña renta en un edificio cuyo propietario se niega a pagar las reparaciones y fuerza el expediente de ruina.

’Prefiero mendigar mil veces que la cárcel’

Jesuino Manuel Pereira Gomes, de 40 años, ingresó en prisión ocho días por no tener una vivienda fija en la que cumplir un arresto domiciliario de ocho días por una falta. Ayer recuperó la libertad y nada más llegar al casco urbano ourensano, procedente del Centro Penitenciario de Pereiro, se instaló en la calle del Paseo, uno de sus lugares preferidos para pedir limosna, y extendía la mano para que los viandantes le dieran dinero. ’Deme algo, por favor’, repetía.
Sobre la espalda llevaba un bolso con todas sus pertenencias. ’Pido limosna, pero no hago daño a nadie’, dice, sorprendido al preguntarle por su experiencia de ocho días en la cárcel: ’Prefiero mil veces esta vida que estar en prisión. No me hicieron daño, pero la cárcel es para los criminales’, afirma.
Jesuino Manuel Pereira es natural de Lisboa pero desde hace siete años vive de la indi gencia en la ciudad de As Burgas. El 6 de febrero, la Policía Judicial de la Guardia Civil lo detuvo en el Hogar del Transeúnte por requisitoria del Juzgado de lo Penal número dos de Ourense para que ingresara en prisión al no tener un domicilio para cumplir el arresto. ’Los agentes me pusieron las esposas y me llevaron a prisión. En un primer momento no entendía por qué me hacían eso, traté de explicarles que estuviera enfermo, pero no me creyeron’, recuerda, recalcando que no tiene nada contra la Guardia Civil ni la Policía ’porque entiendo que están haciendo su trabajo’.
Acusación de robo
El indigente nunca creyó que las autoridades judiciales llegarán a ejecutar la sentencia que lo condenaba a los ocho días de arresto domiciliario por una falta que, según relató el indigente, ya fue hace más de cuatro años en la Alameda del Cruceiro de la ciudad. ’Estaba pidiendo limosna y quizás me acerqué demasiado a un hombre, se asustó y comenzó a empujarme. Yo traté de apartarme y también le empujé. Después me denunció diciendo que iba a robarle y que intenté agredirle. De la mayoría de los detalles ya ni me acuerdo’, comenta.

Cruz Roja atendió a casi 400 sin techo en Vigo el pasado año

Viven en las calles de Vigo, entre cartones o bajo los soportales. Son los denominados sin techo, las personas que no tienen un hogar. Para su atención trabajan diferentes organizaciones en la ciudad. Una de ellas, Cruz Roja, atendió en 2007 a 395 personas sin hogar, un 43% más que el año anterior.
Su programa de atención a este colectivo se desarrolla en colaboración con la Xunta. En él, los indigentes reciben cursos de primeros auxilios, informática, salud o autoestima, entre otros.
Precisamente para reclamar mejoras para estas personas, ayer, El Imán presentó la campaña Estás no Casco Vello, estou no Casco Vello. Con esta iniciativa pretenden concienciar a la ciudadanía de la necesidad de cuidar este barrio, uno de los principales lugares que acoge a los sin techo.
Precisamente, en homenaje a un indigente recientemente fallecido, ayer, se realizó una concentración en la praza de Constitución. Antonio, que así se llamaba, tenía unos 60 años y murió en el hospital. Cuando estaba ingresado le dectectaron otra enfermedad, «una suerte», ya que le permitió seguir bajo techo hasta su fallecimiento, según recordaron ayer los miembros de El Imán.

Un indigente ingresa en prisión por no tener un domicilio en el que cumplir un arresto

El indigente Josuino Manuel P.G., de 40 años, natural de Portugal, fue detenido en la mañana del martes en el Hogar del Transeúnte de Orense para su posterior ingreso en prisión.
Los agentes procedieron a su arresto por requisitoria del Juzgado de lo Penal número dos de Ourense. Este periódico no pudo conocer ayer el lugar y los hechos por los que fue enjuiciado y condenado el arrestado, que, según fuentes del instituto armado, lleva meses vagabundeando por las calles de la ciudad. Eso sí, el hombre estaba siendo buscado para que cumpliera la condena de ocho días de arresto domiciliario por una falta, pero los agentes no conseguían localizarlo al carecer de domicilio fijo. Ahora, los ocho días de arresto domiciliario tendrá que cumplirlos en la cárcel. El arresto fue comunicado al Consulado de Portugal, cuyos responsables se interesaban ayer por el futuro del indigente.

El 10% de los grandes quemados se producen entre los «sin techo»

No ha aumentado el número global de quemados, que cada año (186 en el 2007) se atiende en la unidad del Hospital Juan Canalejo, de referencia para toda Galicia, pero sí «los mecanismos y el perfil de los quemados», explica el responsable del servicio, Francisco Martelo Villar.
Una muestra de ello lo constituye uno de los últimos pacientes, una mujer que el pasado lunes sufrió lesiones importantes en cara y manos al encender una hoguera en el Cantón para tratar de calentarse. Evoluciona favorablemente, según indicaron ayer desde el centro, pero su casuística ya no resulta aislada. «El 10% de nuestros ingresos son de personas sin hogar o desatendidas, con adicciones al alcohol o las drogas». La disminución de conciencia por el consumo de tóxicos condiciona no solo que se produzcan las heridas- juegos con mecheros que acaban en incendio, cigarrillos que prenden fuegos... - sino que «las lesiones sean más severas porque no reaccionan con rapidez ante el agente que los está dañando, no se apartan del fuego o del humo de inmediato y las quemaduras son más extensas y más profundas», explica Martelo.
Características agravantes parecidas se producen entre las personas que sufren demencias, de las que también se recibe algún quemado en el hospital coruñés, aunque suelen ser pacientes mayores, frente a quienes son víctimas dentro de lo que Francisco Martelo relaciona con «situaciones de marginalidad, problemas de alcoholismo y drogadicción», generalmente en menores de cuarenta años.
Humo

Muere un indigente y otros tres resultan heridos en el incendio de una vivienda abandonada del Garbinet

Un indigente falleció en la madrugada del jueves al viernes al declararse un incendio, al parecer fortuito, en una casa abandonada en el barrio del Garbinet. Además, otras tres que ocupaban el inmueble en el momento del incendio tuvieron que ser ingresadas como primera medida en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Hospital General de Alicante debido a las quemaduras que sufrieron. El estado de todos ellos es sumamente grave.Sin embargo, la situación de dos de ellos provocó su traslado en la mañana de ayer al Hospital La Fe de Valencia. En el caso más grave, las quemaduras de segundo grado afectan al 40% de su cuerpo, mientras que el otro implicado tiene quemado alrededor del 12%. El tercer indigente rescatado por la Policía y los bomberos permanece en el centro hospitalario alicantino al que fue trasladado tras el siniestro.Los hechos se produjeron sobre las 2.45 horas de la madrugada del jueves al viernes, cuando los cuatro implicados -todos originarios de la Europa del Este- se encontraban en una casa abandonada de propiedad municipal sita en el número 16 de la calle Bailarín José Espadero de Alicante. Por causas que todavía se desconocen, se declaró un incendio en la habitación que ocupaba el fallecido, cuyas llamas se extendieron rápidamente y dejaron sin salida a los cuatro ocupantes del edificio.Al lugar de los hechos se desplazaron tres vehículos de bomberos con una dotación de diez hombres, quienes encontraron el cuerpo sin vida de la víctima al acceder al edificio para sofocar las llamas. También acudieron un equipo de la Policía Nacional, que tuvo que emplear sábanas mojadas que les suministraban los vecinos para intentar sacar a las víctimas. Los vecinos se percataron del incendio cuando escucharon los gritos del fallecido.La Policía Nacional no ha dado por cerrado el caso, por lo que en la mañana de ayer, agentes de la policía científica se desplazaron al lugar de los hechos para realizar las pertinentes pruebas y comprobar si hubo varios focos o acelerantes del fuego. Además, los agentes detuvieron a una persona que se encontraba en los exteriores de edificio siniestrado, a la que se investiga si tenía relación con el indigente fallecido.Demolición inminente Un portavoz dell Ayuntamiento de Alicante informó ayer que la casa abandonada de la calle Bailarín José Espadero tiene pendiente una orden de demolición que se encuentra en tramitación. El Consistorio decidió enviar a técnicos de la Concejalía de Servicios y Mantenimiento, quienes certificaron que el estado del inmueble no era apto para que vivieran personas en su interior. Sin embargo, los trámites legales para proceder al derribo han retrasado el comienzo de los trabajos, según fuentes del propio Ayuntamiento de Alicante.

Sólo 25 indigentes pasan la noche en la calle en Castellón

Reflejan una realidad social que es observable todas las noches en muchas calles de Castellón, aunque en menor medida que en otras ciudades. A cielo raso, con cartones como único abrigo y, en la mayoría de las ocasiones, víctimas de su propio destino y autodestrucción, varios indigentes duermen en la calle. Como mucho, en el interior de cajeros de bancos y cajas de ahorro o sobre el gélido mármol de un banco en una plaza.
Según los datos aportados por la Cruz Roja, "los voluntarios de la campaña del Café Solidario, que atienden por la noche a indigentes y transeúntes, encuentran diariamente por las calles una media de 20 a 25 personas a los que se les ofrece café con leche y caldo caliente".
130 VOLUNTARIOS Una campaña que tiene como objetivo primordial "dar calor a los más necesitados", en un programa en el que participan 130 voluntarios que dedican cerca de 800 horas de su tiempo a proporcionar abrigo a los sin techo que pernoctan en las calles de la ciudad. De 23.00 a 3.00 horas de la madrugada estos voluntarios ejercen su acción solidaria.
Como informaban desde fuentes de Cruz Roja, la procedencia de origen de estos indigentes "es fundamentalmente de los países del Este, también españoles y muy pocos magrebíes". Respecto al sexo, el número de hombres es prácticamente similar al de mujeres indigentes.
Solo el año pasado realizaron 2.500 intervenciones. Y es que, la presencia de transeúntes por la noche forma parte ya del paisaje urbano de la capital de La Plana, en una realidad de la que, a veces, es imposible escapar.
Así lo reconoce la concejala de Servicios Sociales del Ayuntamiento de Castellón, Carmen Amorós, quien recuerda que "a todos los transeúntes que encontramos por la calle les ofrecemos la posibilidad de pernoctar en el albergue municipal pero, no todos aceptan y nosotros no podemos obligarles a ello". En este sentido, la responsable municipal apunta que "diariamente una patrulla de la Policía Local se encarga de preguntar si los indigentes quieren acudir al albergue de transeúntes".
POLICÍA LOCAL También indica que la Policía Local ayuda a los voluntarios de la Cruz Roja en la campaña del Cafe Solidario: "Muchas de estas personas que duermen en la calle muestran un carácter agresivo o están bajo los efectos del alcohol, lo cual, en algún momento, puede presentar problemas", detalla Carmen Amorós al respecto.
Otro de los estamentos que tiene protagonismo social en la atención de los transeúntes es Cáritas. Su delegado diocesano, el sacerdote José Manuel Enrich, recuerda que la entidad es la que gestiona el albergue municipal. "Nosotros firmamos anualmente un convenio con el consistorio y nos encargamos de la gestión directa de las instalaciones", relata Enrich, quien apela al sentido solidario desde el punto de vista cristiano en la labor de atención y ayuda a los sin techo.
Enrich asegura que Cáritas trabaja para profundizar en la realidad social de los sin techo en un fenómeno que va a más.

Un día en la vida de una indigente afgana

Aqelah comienza su jornada al alba cuando la mayoría de la gente aún duerme. Prende el calentador para hervir un poco de agua, se lava y ora. Luego, prepara el desayuno para ella y su hijo de 13 años antes de ir a su trabajo de limpiadora. Aunque esa rutina matinal pueda parecer relativamente normal, su vida difiere bastante de aquella de sus iguales. Aqelah forma parte de los más de 200 residentes del marastoon (término pashto que significa hogar para indigentes) de Kabul. Estos hogares fundados en 1929 por Mohammad Nader Shah, rey de Afganistán, para ayudar a los pobres y las personas sin techo, hoy en día, cuentan con el apoyo de la Media Luna Roja Afgana (MLRA). Actualmente, un total de 380 personas viven en hogares de cinco filiales de todo Afganistán siendo el más grande el que se encuentra en el recinto de Kabul de la MLRA. Tragedia y temple Aqelah lleva más de una década viviendo en la sección familiar del hogar de Kabul; en 2002, murió su marido que tenía 65 años, tragedia personal precedida de otros dramas. “A los siete años contraje una enfermedad infecciosa, el médico diagnóstico varicela... Varios meses después, mi vista empezó a disminuir poquito a poco hasta que me quedé ciega. Ese hecho horrible cambió completamente mi vida”, cuenta Aqelah. Tres años más tarde, cuando tenía 10, su padre murió en un accidente de auto. Posteriormente, su único hermano fue secuestrado durante la guerra civil y una de sus hermanas murió en la explosión de un cohete en Kabul. Después que quedó ciega, su madre le enseñó a cocinar y limpiar la casa, así como otras tareas de las que tendría que ocuparse cuando fuera esposa y madre. “Como perdí la vista, no podía ir a la misma escuela que los demás niños y fui una escuela para ciegos. A diferencia de ellos, empecé mi escolaridad a los 23 años y seguí estudiando hasta los 32, cuando me casé con un hombre que también tenía una discapacidad: había perdido una pierna en el conflicto interno de Kabul. Cuando empezó la guerra civil a principio de los 90 me quedé sin trabajo.” En 2004, Aqelah tuvo la oportunidad de empezar a trabajar en un liceo público para ciegos. Limpia las aulas y prepara el té y el desayuno para los estudiantes. Aunque no ve, se sirve de sus otros sentidos para asegurarse que todo esté limpio y en orden. Fuera de su trabajo, su hijo suele ayudarla en las tareas del hogar. “En la escuela aprendí a diferenciar los sonidos que me rodean. Cada objeto tiene cierta resonancia que me ayuda a reconocerlo e identificarlo. Mi instinto es verdaderamente agudo, lo que me ayuda a hacer mi trabajo y desplazarme.” Un futuro mejorAl igual que los demás niños que viven en el marastoon, el hijo de Aqelah beneficia de los varios cursos y la formación profesional que se imparten gratuitamente: inglés, carpintería, informática y matemáticas. Fatima Gailani, Presidenta de la MLRA señala que además de ofrecer un techo a las familias vulnerables, estos hogares abren la puerta a un futuro mejor. “Quiero darles alguna esperanza no sólo en el corazón sino también en la mente. Los niños que viven en el marastoon reciben educación gratuita... Si logramos darles alguna esperanza, entonces, los padres tendrán menos de qué preocuparse pues sus hijos serán más independientes”, explica la Sra. Gailani. Aqelah está totalmente de acuerdo en que la educación y la capacitación que recibe su hijo “sin duda alguna le ayudará a conseguir un puesto cuando esté en edad de trabajar”. El mismo piso de la sección familiar vive Nasimeh que lleva dos años en el hogar. Al igual que Aqelah, es una mujer fuerte que tuvo que superar muchas dificultades a lo largo de su vida. “Tengo 32 años, una hija y dos hijos. Mi marido era técnico de la construcción. Una mañana, hace varios años, se fue a trabajar y nunca volvió... Después de su desaparición, mi suegro no me permitió seguir viviendo en su casa, así que no tuve más remedio que venirme del este a Kabul, donde me crié”, cuenta. A su llegada a la capital, Nasimeh empezó a trabajar de costurera en una organización no gubernamental que luego cerró y se quedó sin trabajo. No logró encontrar ningún otro para sustentar a su familia y decidió instalarse en el marastoon. “Llevo dos años buscando trabaja y no he tenido suerte… No hay muchas organizaciones dispuestas a emplear a una viuda y las empresas dirigidas por mujeres que también emplean mujeres son contadas en Afganistán,” explica Nasimeh.Tres meses por año, gana algún dinerito trabajando de panadera en el hogar que emplea cuatro grupos de mujeres en distintos períodos del año. Ganan Af 3.000 (casi USD 60) por mes. El resto del año, divide su tiempo entre la búsqueda de empleo, el cuidado de sus hijos, las tareas domésticas y ocupándose junto con las demás familias de limpiar la residencia, los baños, la cocina y el jardín. “Además de mis deberes de madre también tengo que ser un padre para mis hijos porque no quiero que sientan su falta. Creo que llegará el día en que mis hijos me ayudará. El mayor de los varones, que tiene 10 años, quiere ser médico y mi hija que tiene 12, periodista”, añade. A pesar de las dificultades que atraviesan, Aqelah y Nasimeh dicen que les alegra que sus hijos puedan asistir a los cursos y tener un lugar decente donde vivir. Oportunidad de aprender “El marastoon es como una familia de la que todos formamos parte, por lo tanto, cuidamos unos de otros”, comenta Pakizeh Raz administradora de la residencia. “Estos hogares ofrecen la posibilidad de construirse una vida... Nuestros cursos de formación son muy útiles y hemos obtenido resultados pues más de un residente consiguió trabajo y logró independizarse”, añade. Precisamente, ese es el objetivo: ayudar a personas y familias para que puedan independizarse. Aunque encontrar trabajo no es fácil, disponer de ciertas competencias acrecienta las probabilidades. “Queremos apoyar a los residentes. Nuestra meta es que se sientan orgullosos de lo que pueden lograr y que adquieran el sentido de independencia”, concluye Pakizeh.

Café para todos

Es una actividad para fomentarla solidaridad entre los universitarios promovida por el Colegio Mayor de La Alameda. La iniciativa de esta operación solidaria partió de los residentes del Mayor hace dos años. Esta actividad, como su nombre indica, consiste en llevar café caliente con pastas a indigentes y personas desatendidas, a primera hora de la mañana y hacerles pasar un rato agradable.
Este programa se realizó el día 8 de marzo en las plazas y calles de Valencia. La escena que protagonizaban los voluntarios con los indigentes era digna de ser vista. A lo largo de toda la mañana hubo diferentes ejemplos que consiguieron sensibilizar a los jóvenes; como es el caso de una anciana que padecía fuertemente del corazón y pedía limosnas en la Plaza de la Virgen. Cuando se acercaron a ofrecerle café y pastas, se sorprendió y no supo cómo darles las gracias. También encontraron un hombre enfermo de anemia, alrededor de la Calle San Vicente. Iba en silla de ruedas y el mejor donativo que le pudieron dar ese día vino de manos de estos jóvenes solidarios que le dieron de desayunar.
Estos hechos impactaron tanto en los universitarios como en la gente que se acercaba disimuladamente a ver que pasaba, pues algunas de estas personas agradecieron lo que se estaba haciendo por los sin techo.
El caso es que, al acabar la mañana se reflejó realmente quienes eran los verdaderos beneficiados: los jóvenes voluntarios que participaron en esta actividad solidaria, que no pudieron esconder su felicidad al comentar con sus amigos las cosas aprendidas en este día. Felicidad que nos hace pensar que “café para todos” seguirá realizándose en años posteriores por la trascendencia de los resultados.

Vivir en la calle son 20 años menos de vida

Hace apenas un mes los medios de comunicación revolotearon sobre una noticia de prosperidad: la esperanza de vida de los españoles nacidos en 2005 supera los 80 años. Al margen del alborozo quedaron 30.000 personas cuya vida es más dura que el suelo donde apenas consiguen conciliar dos horas de sueño al día. Es el número de población que vive con lo puesto en las calles de España. Su esperanza de vida es de apenas 55 años.
El alcohol, las drogas, la penosa alimentación, el sexo inseguro y sobre todo la dificultad para acceder a la sanidad pública acortan su vida. Los análisis sobre sus hábitos diarios demuestran que cerca de la mitad de los sin techo sufre alcoholismo. "Algunos de ellos caen en el alcohol por aceptación, otros por el calor y los hay que simplemente para olvidar", analiza María Teresa Pérez, del Instituto de Salud Pública de Madrid. "Muchos llegan a la calle con problemas con la bebida y otros caen en el alcohol después de dormir a la intemperie", añade.
Cambio de perfil
El mendigo, indigente, sin hogar o sin techo prototípico ha cambiado en los últimos años. La inmigración ha sido el fenómeno que más ha afectado a este colectivo al que se han incorporado también jóvenes y mujeres. El estudio de su perfil añade también que tienen un nivel de educación más avanzado. El 30% de los que pernoctan en puentes, bancos o cajeros automáticos ha completado estudios de secundaria. Son un 17% más que hace una década.
Sus características han cambiado pero los prejuicios que sufren por parte de la sociedad son los mismos de siempre. Sebastián Mora, de Cáritas, explica con una anécdota en qué consiste el estigma que pesa sobre los excluidos por el sistema: "Colocamos un cartel para la campaña de este año en un centro social. Pasaron unos jóvenes y nos soltaron: ‘Esa gente vive en la calle porque quiere'. Y eso que estábamos en un centro social y no en un bar de copas".
Acceso a la sanidad
El cartel que colocaba Mora lanza el siguiente mensaje: "El alta médica es una mala noticia... si vives en la calle". Es el lema escogido por la ONG Cáritas junto con la Federación de Asociaciones de Centros de Integración y Ayuda a Marginados y el Ministerio de Asuntos Sociales para la campaña "Por una salud digna para todos".
El servicio de urgencias de los hospitales es el único acceso a la sanidad pública que tienen. Una vez curados o tratados son devueltos a la calle sin la menor protección. Las ONG denuncian que la sanidad pública no cubre los tratamientos que necesita este colectivo tan propenso a las enfermedades. La mitad de las mujeres indigentes sufre alguna patología. Los hombres enfermos suponen un 36,4% del total.
Son los más necesitados y los que menos ayuda pública reciben. Las enfermedades constituyen el mayor obstáculo de los sin hogar para alcanzar la meta de la integración.

Condenada banda que asesinaba indigentes para cobrar seguros de vida

La Corte Suprema de Justicia profirió una drástica condena contra los delincuentes que se dedicaban a reclutar indigentes y prostitutas que posteriormente eran asesinados para cobrar seguros de vida.La banda compuesta por más de cinco hombres, entre ellos un policía, persuadía a habitantes de la calle, para que, por medio de identidades ficticias, adquirieran seguros de vida, reza la sentencia.Entre los casos más macabros que conoció la corte, está el de una trabajadora sexual y recicladora de las calles de Pereira, que fue asesinada en un descampado del municipio de Risaralda, Caldas, a los pocos días de haber adquirido un seguro de vida con miembros de la banda.Jorge Álvaro Posada Zapata, uno de los delincuentes, hizo pasar a la mujer como su esposa y adquirió un seguro de vida en Agrícola de Seguros, por un valor de 50 millones de pesos a favor de la víctima.Una vez finiquitado el contrato, los criminales llevaron a la prostituta hasta un paraje solitario y mientras se desplazaban hacia el lugar, otros dos hombres la golpearon repetidamente con un mazo.A pesar de su sevicia, al momento de abandonar el cadáver los antisociales se percataron que la mujer no había muerto por las lesiones provocadas con martillos dentro del vehículo, así que el supuesto esposo de la víctima, incomodo por la situación, la arrolló en repetidas ocasiones con el vehículo, para asegurarse de su fallecimiento.Luego de confirmar el crimen, la banda abandonó el cuerpo sin vida en un barranco, y coordinó con el inspector de Policía de Risaralda, Caldas, Alberto de Jesús Chalarcá Yepes, el levantamiento de un acta de defunción falsa.Por este y otros hechos, Alberto de Jesús Chalarcá Yepes y Jorge Álvaro Posada Zapata fueron condenados a 27 años de cárcel, bajo los cargos de homicidio agravado y falsedad.Los otros miembros de la banda, que actuaron como testigos falsos y golpearon con los martillos a la mujer, fueron condenados a 25 años de prisión.