martes, 22 de abril de 2008

¿Reinserción?

Tendríamos que preguntarnos: ¿Dónde queremos que se reinserten las personas Sin hogar? ¿En una sociedad que ya los ha marginado y que volverá a dejarlos de lado en cuanto asomen un poco la cabeza? La reinserción ¿no es más un deseo nuestro (de los que vivimos tranquilamente dentro del sistema) que una necesidad suya? Hemos de plantear una línea de trabajo en el plano individual para que la persona pueda avanzar hacia la máxima normalización posible en su vida (es preferible hablar de normalización que de reinserción), a partir de sus capacidades y su potencial. Para cosechar éxitos en este aspecto individual es muy importante el trato humano, es decir, acoger bien a la persona, ir creando confianza desde una gran proximidad e ir delegándole responsabilidades. Y los objetivos que debemos plantearnos con cada una de ellas tienen que ser muy sencillos, para ir alcanzándolos en una trayectoria ascendente. No podemos olvidar las recaídas o los retrocesos. En todo caso, nunca se debe dar un caso por perdido porque nos llevamos muchas sorpresas.
Por eso es fundamental ir trabajando los aspectos sencillos de convivencia, que nosotros hemos ido aprendiendo a lo largo de nuestra vida en el entorno más íntimo que ellos no han tenido. Esto significa que tenemos que respetar sus ritmos de aprendizaje. Tener muy claro que mi ritmo no es el de los demás. También tenemos que ser conscientes de que años y años de vivir en la calle no pueden recuperarse en un mes, ni en dos, ni siquiera en un año.
Vale la pena crear espacios de convivencia donde se fomente el respeto y la tolerancia hacia la diferencia. La sociedad no cambia en función de montajes espectaculares. Los grandes cambios sociales han llegado siempre de manera desapercibida a partir de las pequeñas cosas que hace cada uno. Si somos capaces de ir creando un entorno que acepte al otro con la única pretensión de ver una persona, posiblemente con mucho sufrimiento a sus espaldas, contribuiremos a crear espacios de convivencia aptos para todos...

¿Los conocemos?


Cuando hablamos de una persona Sin techo nos imaginamos un individuo sucio, mal vestido, que huele muy mal y va arrastrando unos cartones medio rotos. Pensamos quizás en un individuo hecho polvo, agarrado a un "tetrabrick" de vino y que habla en voz alta desvariando. Hasta alcanzamos a verlo durmiendo en los soportales de alguna iglesia o en algún cajero automático, cuando no lo esquivamos o desviamos la mirada para no sentirnos afectados. Lo que define a esta persona es la falta de un techo.
Si hablamos de una persona Sin hogar, también nos referimos a aquellas personas que si bien tienen un techo en el sentido literal de la palabra les falta todo lo que supone vivir en un hogar verdadero. Malviven quizás en algún albergue o en una pensión barata de ésas que se pretende eliminar para "poner guapa" a la ciudad. Pero carecen de las mínimas condiciones de vivienda que les permitan vivir con dignidad, el calor de una familia, el apoyo de un grupo de amigos... Hay muchas personas que son Sin hogar, pero están ocultas puesto que la soledad, el sufrimiento y la angustia se pueden disfrazar. Pero no por ello su situación deja de ser un auténtico drama.
Es difícil encontrar en los medios de comunicación alguna noticia que haga referencia a las personas Sin hogar, a no ser para hablar de algún acto violento o de alguna muerte –digo, alguna porque de la mayor parte de las muertes de los pobres y de los excluidos ni se habla–.

Las personas sin hogar también comen

Según la investigación realizada, Málaga posee buenos recursos aunque también son muchos los usuarios y las listas de espera existentes.De todos ellos, destaca el Centro de Acogida Municipal con capacidad para 108 personas y un equipo amplio, "entusiasta" y profesionalizado. Ofrece servicio durante las 24 horas, los 365 días al año tanto a hombres como a mujeres. Además posee un comedor, abierto a todo el que acude, y un servicio móvil en la calle para situaciones de emergencia.Otra de las instalaciones reseñadas es la del Centro de San Juan de Dios que cuenta con 20 plazas de albergue y 30 distribuidas en cuatro pisos por la ciudad.Dentro de la radiografía del sin techo en Málaga que se ofrece en el informe, destaca la incidencia de los inmigrantes procedentes de Canarias que demandan atención y que ha obligado a la Subdelegación del Gobierno ha firmar acuerdos con las ONG para afrontarla.Otra peculiaridad de la situación del indigente en esta provincia es la excelente climatología de la que goza. Esto provoca que la pernoctación e incluso el asentamiento en las playas, debajo de las barcas varadas en la arena, sea una práctica usual. Estos transeúntes sí suelen reclamar comida y para ellos existen comedores como los de Santo Domingo, con 140 plazas, y otro municipal con capacidad para 120 personas.Aunque Vivir en la calle perfila un panorama nada alentador para quienes se ven abocados a dormitar en aceras y plazas públicas andaluzas, el presidente del Gobierno autonómico, Manuel Chaves, anunció en noviembre pasado que no abordaría la ley de inclusión social hasta el segundo trimestre de 2007, superado el referéndum sobre el Estatuto.No hay cifras concretas porque la persona sin techo es por esencia nómada, pero el número de indigentes que deambulan por las calles de Andalucía y demandan recursos asistenciales es cada vez mayor, según desvela el informe Vivir en la calle, realizado por la oficina del Defensor del Pueblo Andaluz.

El invierno agudiza la falta de plazas para indigentes en el albergue de Málaga

El albergue municipal de Málaga que atiende a indigentes tiene plazas insuficientes. Con la llegada del invierno aumentan los sin techo que se acercan a este edificio de calle Góngora. Tiene capacidad para 90 personas (66 hombres y 24 mujeres), pero no es bastante para la época del año en la que entramos.
Las soluciones pasan por dar cobijo a los indigentes en los pasillos del albergue, el comedor e incluso en facilitarles una manta para que puedan dormir más protegidos del frío, pero en la calle.
Quienes obtienen el visto bueno de los trabajadores sociales disponen de quince días de estancia en el albergue, pero algunos sin techo se quedan más tiempo. Hay usuarios con una década de antigüedad.
Fuentes del centro afirman que el albergue no está preparado para atender a enfermos mentales ni toxicómanos, unas circunstancias que viven muchos indigentes. Estas personas deberían alojarse en complejos especializados, indican.

¿Aguantarías tanto?

Muchas veces nos quejamos porque nos hace falta dinero para ir de vacaciones, porque no llegamos a fin de mes, porque en el trabajo el jefe nos ha hechado la "bulla", porque el precio de la vivienda es inaccesible, porque "ese profesor me tiene manía y por eso no apruebo", porque he ido al médico porque me dolia la cabeza y ni siquiera me ha mirado,...nos quejamos de muchas cosas y tenemos en muchas de ellas tenemos razón,...pero ¿de que se puede quejar una persona sin hogar?
  • Violencia física. ¿Cuántas veces hemos sabido por el boca a boca o a través de los medios de comunicación que un indigente, en un determinado lugar, ha sido golpeado, maltratado e incluso quemado? Algunas de estas personas que acogen se quejan de ello. Y no sólo la violencia física, sino el maltrato de palabra.

  • Violencia económica. ¿No se les obliga a mendigar porque carecen de lo más básico? ¿No tienen que acudir a comedores sociales para poder cubrir sus mínimas necesidades, como la de comer, al carecer de los medios necesarios para su sustento? En algunos casos ¿qué cuantía de pensión perciben? Con una pensión de escasos 400 euros mensuales, ¿bajo qué techo podrían resguardarse?

  • Violencia psicológica. Abarca diversas formas de agresión, como el rechazo, la indiferencia, el insulto, la amenaza… de la sociedad en general; y en otros aspectos, de quienes deberían paliar y resolver su situación.

  • Violencia sexual. Sí, también existe este tipo de violencia. Hay algunos indigentes, jóvenes, que se les obliga a prostituirse a cambio de comida, techo, cama.

  • Violencia estructural. Muy ligada con la violencia económica. Tiene barreras no físicas que impide a los sin techo acceder a sus derechos básicos.

  • Violencia contra sus derechos fundamentales. Derecho a una vivienda digna; derecho a la educación suficiente y adecuada; derecho a la sanidad.
    Vivienda digna... ¡qué ironía! ni digna ni nada… ¡están en la calle; no olvidemos que hablamos del colectivo sin techo, las personas sin hogar (PSH)!

  • ¿Y el derecho a la educación? "Buenas; que venía a matricularme". "Rellene esta ficha y entréguela en Secretaría". "Esto… mire, es que yo vengo a que me enseñen a leer y escribir". "Bien, yo la relleno; déme sus datos". "¿domicilio?". "No tengo casa, vivo en la calle". "¿?"…

  • Derecho a la sanidad. ¿Qué sanidad? "Les doy asco cuando, sucio, de estar tirado en la calle, voy a un centro de salud. ¡No quieren atenderme si no me baño antes!".
    Y así uno tras otro todos y cada uno de los que se suponen son derechos humanos universales; pero que las oportunidades también deberían serlo.
    El alta médica es una mala noticia… si vives en la calle. Esta elocuente frase puede leerse en los carteles y folletos que se han repartido desde Cáritas, con ocasión del Día de los Sin Techo. Muchos de ellos es posible que no puedan leerla; ¡no saben leer! Alguien recordará cuando, errando por las calles, una mañana sintió un intenso dolor en el estómago y cayó desmayado al suelo. Despertó horas más tarde en la cama de un hospital, después de haber sido intervenido quirúrgicamente por una peritonitis. Días después, se encontraba de nuevo tirado en las calles, con vendas y apósitos en su barriga, soportando el posoperatorio. Para este hombre, el alta médica no fue una mala noticia, sino una desgracia. Aunque también puede suceder que alguien encuentre su cadáver sobre el césped de un parque.

¿Tan poco vale una vida...?


La Fiscalía solicita la pena máxima por asesinato, 25 años de prisión, para los dos jóvenes mayores de edad acusados de quemar viva a una indigente que dormía en un cajero de Barcelona, y tres años más por los daños ocasionados en la oficina.
Los hechos sucedieron sobre las cinco de la madrugada del 16 de diciembre de 2005 cuando los dos acusados, que tenían entonces 18 años, entraron en el cajero donde dormía una indigente de 50 años, y la rociaron con disolvente para después prenderle fuego.
La acusación particular, ejercida por la familia de la víctima, solicitará la misma pena que la fiscalía al entender que hubo “premeditación” y “reiteración” en la acción de los presuntos asesinos y que, además, no auxiliaron a la víctima cuando estaba envuelta en llamas, ha explicado el abogado que lleva el caso.
En el escrito de acusación del fiscal se sostiene que los dos presuntos autores del brutal asesinato, que están en prisión preventiva desde diciembre de 2005, tuvieron la intención de causar la muerte de esta señora. cuando arrojaron la mayor parte del contenido de un bidón de 25 litros de disolvente aprovechando “el carácter sedente” de la indigente.
La fuerte llamarada que se produjo tras prender fuego “envolvió” a la mujer y le impidió salir hasta que vinieron los bomberos y la policía, advertidos por la alarma de incendios de la entidad bancaria, que la trasladaron inmediatamente al Hospital de la Vall d’Hebron con quemaduras en el 65 % del cuerpo, que le provocaron la muerte al cabo de pocas horas.
La fiscalía considera que los dos procesados cometieron un asesinato con alevosía y ensañamiento, por lo que, al igual que la acusación particular, pide 25 años de prisión para cada uno, que es la pena máxima por asesinato.
En la agresión, que fue grabada por las cámaras de seguridad de “La Caixa”, también participó un menor de 16 años que en 2006 ya aceptó la condena de ocho años de internamiento por un delito de asesinato con ensañamiento.
La calificación fiscal también solicita que los acusados indemnicen a los herederos de la víctima con 98.000 euros por su fallecimiento.

Muere a la puerta de un banco un indigente que había pedido ayuda

Muere a la puerta de un banco un indigente que había pedido ayuda

31.12.2007
El propio fallecido había pedido ayuda a los empleados de la limpieza.
  • Ha sucedido en la sevillana plaza de la Encarnación, a las puertas de una sucursal del BBVA.
  • Unos empleados de la limpieza lo ayudaron a levantarse. Poco después, lo encontraron muerto.
  • El propio fallecido, que tenía 52 años, les había pedido ayuda diciendo que sufría "un coma etílico".
Un indigente de 52 años de edad e identificado como M.S. ha fallecido a primera hora de la mañana en Sevilla capital, concretamente en la Plaza de la Encarnación, donde su cadáver ha sido hoy descubierto después de que pidiera ayuda a unos empleados de la empresa pública de limpieza (Lipasam) advirtiendo expresamente de que sufría una intoxicación etílica.
El fallecido pidió ayuda explicando que sufría un intoxicación etílica

Testigos presenciales informaron de que a primera hora de la mañana un equipo de Lipasam se percató de que a las puertas de una sede del banco BBVA enclavada en la Plaza de la Encarnación yacía un hombre pidiendo ayuda porque era víctima de una intoxicación etílica, algo que el ya difunto reconocía mencionando el término de "coma etílico".

Los operarios de Lipasam, según el relato de un testigo, ayudaron al indigente a reincorporarse y habrían comprobado que el sujeto mantenía la verticalidad por sí mismo, por lo que continuaron con su servicio de limpieza.

Los operarios de la limpieza lo ayudaron a levantarse y siguieron trabajando

Lo cierto es que en torno a las 8.45 horas, este hombre, que formaba parte del colectivo de los 'sin techo', fue descubierto de nuevo en el suelo y pocos minutos más tarde era atendido por un equipo de la Empresa Pública de Emergencias Sanitarias (EPES) 061, cuyos facultativos sólo pudieron certificar su fallecimiento por causas no violentas, extremo refrendado posteriormente por fuentes de la Policía Nacional.

Su cadáver fue cubierto mientras, ante las citadas instalaciones de BBVA, comenzaba a congregarse un nutrido grupo de viandantes que se interesaban por lo sucedido.

Minutos más tarde, los mismos operarios de Lipasam que habían prestado ayuda al indigente se personaban en la escena tomando conocimiento de su muerte.


Las noticias no lo cuentan todo...


"Morir en un contenedor o en un banco de frío es también otro tipo de violencia: violencia estructural"
Las noticias refieren 68 muertes de personas sin hogar a lo largo del año, aunque el autor advierte de que "éstas son sólo las muertes que se contabilizan en prensa, puede haber bastantes más". Y es que, según el documento, las agresiones raramente se denuncian (17%), o bien permanecen en la clandestinidad (35%) y son conocidas posteriormente, o bien salen a la luz pública gracias a la colaboración ciudadana (45%).
Arranz denuncia que estas cifras son 'muy semejantes' a la cifra de mujeres muertas por la violencia machista y sin embargo "cuentan con un espacio informativo infinitamente menor". Además, las pocas que se cuentan, se invisibilizan dando más espacio a la información sobre los agresores que sobre las víctimas o calificándolas de muertes por 'causas naturales'. El autor subraya que "morir en un contenedor o en un banco de frío es también otro tipo de violencia: violencia estructural".
Además, el vocabulario para referirse a estas personas, en ocasiones, las reduce a categorías y eufemismos. 'Sin techo' es la palabra más utilizada en las noticias, aunque también se usan mucho 'sin hogar' e 'indigente' y se inventan nuevas categorías como la de 'mendigo inmigrante'.